Cuando sales a correr, debes de disfrutar. Esa es la única premisa que ponemos a todos nuestros pacientes cuando vienen a recuperarse de una lesión y cuya mayor afición es el running. Sin embargo, una lesión puede hacernos dejar todo de lado, incluso lo que más nos gusta.
Conocer las lesiones que más veces ocurren en el mundo del running te ayudará a saber qué está pasando si te sientes identificado al leer esta entrada, y así puedas buscar la mejor ayuda posible.
Las lesiones de rodilla son las que se dan en mayor porcentaje, con casi una 42% de las totales en corredores. Dentro de este grupo, la lesión que más veces se presenta es el síndrome de dolor femoropatelar.
No te asustes, que el nombre sea tan largo no quiere decir que sea grave. En realidad, lo único que nos dice es el lugar donde se tiene dolor (articulación femoropatelar es lo mismo que rodilla).
El síndrome femoropatelar no se corresponde con el daño de ninguna estructura, por lo que las pruebas de imagen ) radiografías, ecografías, resonancias…) no suelen ayudar demasiado, más que para descartar.
Si tengo dolor, pero no tengo nada roto, ¿significa que estoy loco?
No, estás muy muy cuerdo. Lo que ocurre es que ese dolor es la respuesta que tiene nuestro cerebro frente a un ¨posible peligro¨. Esto no es nada nuevo, lo hemos comentado en otras entradas. Ese posible peligro es el balance que hace nuestro cerebro entre las capacidades de nuestros tejidos (músculos, huesos, tendones, etc.) y la carga a la que los sometemos cuando salimos a correr (kilómetros, velocidad, terreno…)
Si nuestro cerebro percibe que vamos a sobrepasar esa capacidad, mandará dolor como respuesta, así previene que podamos dañar alguna estructura. Por eso, no debes de ver al dolor como algo negativo, nos protege. Bendito dolor.
¿Cuál es la solución para el síndrome femoropatelar?
Primero imagina una balanza de las de toda la vida. En un lado tenemos la capacidad de nuestros tejidos (fuerza, movilidad, técnica de carrera, etc) y en el otro la carga a la que los sometemos durante la carrera. Si queremos que el dolor se vaya, nuestro objetivo será mejorar la capacidad de nuestros tejidos y disminuir la carga de la carrera. Así, la balanza se decantará del lado de los tejidos y el cerebro no percibirá ningún peligro. Adiós dolor.
Por tanto, en primer lugar, debes de conocer cuál es tu estado de forma (fuerza, rango de movimiento, tipo de apoyo…) y asegurarte de que tus entrenamientos están adaptados a tu nivel. Si no estás seguro de ello o si tienes dolor, en BIOS CENTER estamos especializados en la readaptación de corredores. No solo dejarás de tener dolor, sino que disfrutarás día a día de tus salidas a correr, mejorando tus marcas y sensaciones.